Condiciones para seguir a Jesús
Notas homiléticas para el dominggo 23 del tiempo ordinario ciclo C
Por Abba Jimmy (Theoloscience)
En este pasaje de San Lucas (Lucas 14:25–33), Jesús expone con claridad las exigencias que conlleva el compromiso radical de los que quieren suguir a Cristo.
La Primera condición para seguir a Jesús demanda/exige un compromiso con El mayor/ más grande que el compromiso que nos une a nuestra familia. Jesús ya ha practicado esto que El está predicando. Jesús práctica lo que predica.
Pero seguir a Jesús no significa romper para siempre los vinculos con la familia. En efecto, Jesús no quiere que utilicemos los lazos familiares, o cualquier otra actividad familiar que require de nuestra presencia como excusas para no ir a servirlo cuando El nos llama. Es como si Jesús nos dijera, no utilices tus lazos familiares como un pretexto para no ir a evangelizar cuando yo te estoy llamando.
La referencia que Jesús hace a “odiar” a nuestros padres y hermanos era un dicho Judío que empleaba la hipérbola en el lenguaje. Esto de odiar a nuestra familia como una condición para seguir a Jesús es para indicar PREFERENCIA.
En el lenguaje se denomina hipérbola a la exageración en sí de alguna cosa.
En la frase “Leah fué odiada” (Gen 29:30), quiere decir que Jacobo amaba más a Raquel que a Leah.
Los discípulos deben amar a Jesús más que a sus familias, incluso más que a su propia vida. Por supuesto que los discípulos también tienen que amar a su familia y asi mismos. Recordemos la Lay de Dios: “Honra a tu padre y a tu madre.” Y el mandamiento de Cristo: Ama a Dios con toda tu mente, con todo tu corazón y con toda tu alma y a tú prójimo como a tí mismo.
La segunda condición para seguir a Jesús es cargar con la cruz y estar dispuestos a sacrificar la propia vida si fuera necesario. Esta condición es tan radical, que los discípulos maduros están conscientes de las exigencias que implica seguir a Jesús. Entonces, no debería existir ninguna cosa que nos impida estar con Jesús — si lo más precioso es la vida eterna que Jesús nos prometió, quién y qué nos podrá detener para ir con Jesús?
Y Jesús apoya su ensaeñanza con dos parabolas cortas.
La primera parabola trata de nuestra capacidad financiera. Antes de comprometernos con Jesús, debemos estar seguros que podremos terminar lo que empezamos, de otra manera, otros se burlarán o se reirán de nosotros por haber dejado la obra que empezamos a medias, sin terminar. A Jesús no le gusta a mediocridad. O todo, o nada. Pero antes de abrazarlo todo, hay que estar completementamente seguros que llegaremos hasta el final de la carrera.
Antes de comprometernos con Jesús en un proyecto de evangelización o en algún otro ministerio de servicio, debemos sentarnos para deliverar y calcular nuestra aptitud y disposición para seguir a Jesús de principio a fin. Cuando nos vamos a comprometer con Jesús, no debemos tomar esta decisión a la ligera.
Aquí, yo recomiemdo que en asuntos de servicio a Jesús hagamos un compromiso de dos o tres años. Luego podemos aumentar la duración de nuestro compromiso.
En la segunda parabola, Jesús nos pide que hagamos un inventario de nuestras tropas y recursos humanos antes de ir a la guerra. El seguimiento activo de Jesús exige militancia. Si decidimos seguir a Jesús, veremos la gracia de Dios y nuestra naturaleza humana trabajando juntas; y haciendo cosas extraordinarias. “Haz la prueba y verás que bueno es el Señor” (Salmo 33).
La tercera condición para seguir a Jesús se trata del desapego a las propiedades del discípulo. Jesús le dijo al hombre rico: “Vende todo lo que tienes, daselo a los pobres, después, ven y sigueme” (Marcos 10:17–30). Recordemos que en las priemeras comunidades, como lo leemos en el libro de los Hechos de los Apostoles, algunos discípulos vendían sus propiedades y ponían a dispoción de la comunidad los bienes recibidos.
En una conversación con una persona, ella me decía: “Yo anhelo ser cada vez más una mejor servidora de Jesús.” Yo le respondí: “Usted ya tiene las herramientas a su disposición, la Palabra de Dios, los sacramentos, la oración y la Virgen María como intercesora.”
Que cada uno de nosotros, escuche con atención la voz de Jesús que nos dice a cada uno en pesona: “Sigueme.” Y que tomemos el tiempo para calcular, discernir y decidir con la ayuda del Espíritu Santo como seguir/ servir a Jesús como uno de sus discípulos enmedio de la comunidad Cristiana a la que pertenecemos.
No te rindas en tu discípulado, recuerda que Jesús te espera con los brazos abiertos al final de la jornada!